Es viernes 12 de agosto y nos reunimos treinta y nueve camaradas a la hora de la cena. Hay conversación, reflexiones, música de guitarra … y canto. Quisiera mostrarles la mesa larga con un hermano de barba en la cabecera. Quisiera hacerles escuchar las voces graves. ¿Pero cómo lograrlo?
Ya sé. Recurriremos a R.L.Stevenson y pensaremos que la mesa larga es en realidad una embarcación; acabamos de abandonar nuestro poderoso navío pirata y vamos remando todos juntos hacia
Recurriremos a Julio Verne: …un navío desconocido, con capitán desconocido, va en busca de un islote desconocido en un mar desconocido. Como Abraham al salir de Ur de los Caldeos, todo ser humano sale a la vida “sin saber adónde va” y encara un camino desconocido. Pero nuestra historia es diferente. Nuestro Capitán es diferente. El tesoro que buscamos es diferente.
Nuestro Capitán se ha dado a conocer en la persona de Jesucristo. Y, hombres grandes como somos, a veces temblamos ante el furioso mar que nos rodea y a veces lloramos por la emoción de ver la mano del Capitán, firme en el timón. Él nos otorga el tesoro, la perla de gran precio, la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario