miércoles, 17 de agosto de 2011

Testimonio: A la Isla del Tesoro


Es viernes 12 de agosto y nos reunimos treinta y nueve camaradas a la hora de la cena. Hay conversación, reflexiones, música de guitarra … y canto. Quisiera mostrarles la mesa larga con un hermano de barba en la cabecera. Quisiera hacerles escuchar las voces graves. ¿Pero cómo lograrlo?

Ya sé. Recurriremos a R.L.Stevenson y pensaremos que la mesa larga es en realidad una embarcación; acabamos de abandonar nuestro poderoso navío pirata y vamos remando todos juntos hacia la Isla del Tesoro, mientras cantamos: “Quince hombres sobre el cofre del muerto, ho-ho-ho y una botella de ron”. (Cabe aclarar que, por economía y salud muchos toman jugo y el que más, un vaso de vino de mesa.) Cabe aclarar también cuál es el tesoro que buscamos, aclarar por qué hemos dejado nuestros negocios y nuestras familias esta noche. Pero antes recordemos quiénes somos y dónde nos encontramos.

Recurriremos a Julio Verne: …un navío desconocido, con capitán desconocido, va en busca de un islote desconocido en un mar desconocido. Como Abraham al salir de Ur de los Caldeos, todo ser humano sale a la vida “sin saber adónde va” y encara un camino desconocido. Pero nuestra historia es diferente. Nuestro Capitán es diferente. El tesoro que buscamos es diferente.

Nuestro Capitán se ha dado a conocer en la persona de Jesucristo. Y, hombres grandes como somos, a veces temblamos ante el furioso mar que nos rodea y a veces lloramos por la emoción de ver la mano del Capitán, firme en el timón. Él nos otorga el tesoro, la perla de gran precio, la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento.

No hay comentarios: