viernes, 15 de febrero de 2013

Devocional


PACIENTES HASTA EL FIN

Impóngale a su vida ministerial un ritmo seguro, cuidando sus recursos.

   “Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante.”  (Hebreos 21:1)

   La analogía que está usando el autor de Hebreos para ayudarnos a entender las dinámicas de la vida cristiana, es la de una maratón, una carrera larga que tiene una distancia de unos 42 kms. Entre otras exhortaciones, nos anima a correr con paciencia la carrera que tenemos por delante.
   Es el apóstol Santiago el que nos anima a tener gozo en medio de las dificultades, sabiendo que uno de los resultados más importantes de este trato especial de Dios es que lleguemos a tener paciencia. ¡Y qué cualidad tan importante es esta virtud! Por falta de paciencia Abraham engendró un hijo con Hagar. Por falta de paciencia José intentó salir de la cárcel, procurando la ayuda del copero. Por falta de paciencia, Moisés mató al egipcio y debió huir al desierto. Por falta de paciencia, Pablo descartó al joven Marcos. Impóngale a su vida ministerial un ritmo seguro, cuidando sus recursos. La maratón es una de las pocas disciplinas donde no ser joven tiene sus ventajas. Los grandes corredores a nivel mundial, no son los atletas de dieciocho o veinte años, como lo podían ser en otros deportes. La edad promedio está más cerca de los treinta y cinco años. ¿Porqué? Porque el joven carece de ese elemento que es indispensable para correr una carrera de larga distancia: el saber medirse y llevar el ritmo necesario para llegar a la meta. He participado de varias maratones donde jóvenes entusiastas largan la carrera corriendo como si fueran hasta la esquina. La carrera, sin embargo, dura varias horas, y nadie podrá completarla si no lleva el ritmo adecuado.
   Hay una lección importante en este aspecto de la analogía. En la vida hay muchas personas que comienzan su experiencia espiritual con gran fuego y pasión. En poco tiempo se elevan a alturas poco frecuentes en otros de más experiencia. Deslumbran con lo atrevido de su recorrido. Pocos, sin embargo, pueden mantener este ritmo por largo tiempo. La mayoría, cae de la misma manera que subieron: estrepitosamente.
   El líder maduro sabe que la carrera es larga. No se siente intimidado por otros que en poco tiempo parecen avanzar mucho más en la vida cristiana. Porque el premio no es para los que salen con grandes despliegues de energía, sino para aquellos que, con un ritmo pausado pero constante, llegan a cruzar la meta final.
   Impóngale a su vida ministerial un ritmo seguro, cuidando sus recursos porque en el momento de mayor cansancio va a necesitar de las reservas que no gastó cuando se sentía con toda la energía y la pasión de los que recién inician la carrera. Este es el secreto de los grandes corredores. Cuando el cuerpo les dice que pueden ir más rápido, lo frenan. Saben que más adelante lo que ahorraron en esfuerzo será crucial para terminar la prueba.
Para pensar:
   San Agustín, alguna vez observó: «La paciencia es la compañera de la sabiduría.» Los apurados rara vez tienen tiempo para aprender las lecciones necesarias para el éxito. ¿Qué cosas producen en usted impaciencia? ¿Qué reacciones afloran en situaciones donde le falta paciencia? ¿Cómo puede hacer para crecer en ella?
DesarrolloCristiano.com

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