lunes, 31 de diciembre de 2012

Devocional Personal


Gracias, Señor, por tu fidelidad
   En unos meses, van a cumplirse 10 años desde que me recibí de mi profesión y trabajo de forma autónoma. Recuerdo que, al principio, todo era desconocido. Aunque había estudiado y había rendido todos los exámenes con buenas notas, en la práctica me encontraba con situaciones y herramientas que no conocía. Me acuerdo de las personas que me ayudaron en ese momento. Además de  mi familia y amigos, hubo personas que casi no conocía, que Dios puso en mi camino y fueron ángeles que me ayudaron y guiaron en mi carrera profesional. Con el tiempo, aprendí mucho, pero siempre necesité de la ayuda de Dios y de los ángeles que Él me manda en distintas situaciones.

   Mi trabajo no es “estable”, en el sentido que le damos en nuestra sociedad. No tengo sueldo fijo ni beneficios económicos (asignaciones, vacaciones, etc.). Sin embargo, en casi 10 años, nunca me faltó trabajo. Por el contrario, tuve que aprender a ponerme horarios, límites y hasta llegué a compartir trabajo con otros colegas. Mi mayor beneficio fue, al nacer mis hijos, poder estar con ellos todo el tiempo que me necesitan, criarlos, cocinarles, almorzar y cenar con ellos todos los días, llevarlos y traerlos del jardín, llevarlos a la iglesia y compartir momentos especiales con ellos, estar en casa cuando se enferman… En fin, poder estar siempre que me necesitan.
   Siempre estuve agradecida al Señor por mi trabajo, aunque en un tiempo no sabía cómo hacerlo, con el tiempo me di cuenta de que puedo retribuirle ayudando a otros colegas que comienzan su carrera, siendo amable y ayudando cuando me piden ayuda o un consejo, y usar lo que sé hacer para servir en la iglesia y en la sociedad.

   Gracias Señor por tu fidelidad. Que podamos servirte como te mereces cada día que nos regalas. Sin importar nuestro cansancio ni la época del año. Así como tú, Señor, así como tú nos amas y perdonas, así queremos amar.
“Hay en la iglesia diferentes dones, pero el que los concede es un mismo Espíritu. Hay diferentes maneras de servir, pero todas por encargo de un mismo Señor. Y hay diferentes manifestaciones de poder, pero es un mismo Dios, que, con su poder, lo hace todo en todos. Dios da a cada uno alguna prueba de la presencia del Espíritu, para provecho de todos.” (1 Corintios 12: 4-7)

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