¡¡Es realmente
incomprensible!!
Seamos sinceros, ¿cuántas veces
nosotros hacemos lo mismo que ellos?
Si bien no construimos un becerro
de oro para ir a orarle cada vez que nos pasa algo, ¿cuántas veces reemplazamos
a Dios por otras cosas creyendo que nos van a hacer sentir bien o nos van a
ayudar en algo?
¿Pero por qué harían algo así? Es
cierto que el pueblo todavía arrastraba las viejas costumbres paganas de
Egipto, pero creo que la razón más poderosa es la IMPACIENCIA.
¿Cuántas veces la impaciencia te
llevó a tomar decisiones apresuradas y a hacer cosas por tu propia cuenta
porque Dios “tarda” en responderte?
¿Cuántas veces, aun habiendo
experimentado el poder y el cuidado de Dios en tu vida, decidiste creer más en
otras cosas convirtiéndolas en tus “ídolos”? (horóscopos, cintas rojas,
cábalas, dinero, moda, etc.).
El corazón de Dios está siempre lleno
de paciencia y de misericordia para con sus hijos.
Nuestro Señor nos espera
pacientemente, aguarda con brazos abiertos y con mucho amor y se regocija cada
vez que nos volvemos a Él para entregarle y dejar todas nuestras preocupaciones
y problemas en sus manos.
“Pacientemente esperé a Jehová, y
se inclinó a mí, y oyó mi clamor.
Y me hizo sacar del pozo de la
desesperación, del lodo cenagoso;
Puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos.” Salmo 40:1-2
Puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos.” Salmo 40:1-2
Oración: Padre Celestial, gracias te doy por conducirme con tanto amor y paciencia.
Gracias por estar siempre dispuesto a recibirme, una y otra vez, sin que yo lo
merezca.
Te pido que me ayudes a depositar toda mi vida en tus manos y a serte fiel,
como vos lo sos conmigo, para poder hacer mías las palabras del salmista. En el
nombre de Jesús. Amén.
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