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domingo, 29 de enero de 2012
viernes, 27 de enero de 2012
Devocional del Grupo de Oración de Intercesión

"...ORA A TU PADRE..." Mt. 6:6
Las malezas cubren los senderos
donde no se transita. La oración es el sendero por el que nos comunicamos con
Dios. Como seguidores de Jesús, debemos mantener ese sendero abierto.
No hay mejor modelo de oración
que Jesús: "Levantándose muy de
mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba"
Mr 1:35. "Mas Él se apartaba a
lugares desiertos y oraba" Lc 5:16. "Y después que los hubo despedido, se fue al monte a orar" Mr
6:46. "En aquellos días, Él fue al
monte a orar, y pasó la noche orando a Dios" Lc 6:12. Jesús no
permitía que su horario ocupado lo alejara de la oración. Se levantaba muy
temprano o se quedaba levantado toda la noche para orar.
Martín Lutero decía: "Si pierdo mis dos horas de oración
cada mañana, el diablo me quita el resto del día. Tengo tanto que hacer que no
puedo permitirme pasar sin tres horas diarias de oración". John
Wesley, que pasaba dos horas diarias en oración, decía: "Dios no hace nada si no es en respuesta a la oración".
Como discípulos de Jesús, oremos
tal como Él acostumbraba a hacerlo. "...Estaban
todos unánimes juntos..." Hch 2:1. Cada cristiano necesita encontrarse
regularmente con otros cristianos para orar, y cada iglesia necesita de una
reunión de oración. Eso era lo que la iglesia primitiva hacía, y era bastante
efectivo: "...y de repente vino del
cielo un estruendo... y se les aparecieron lenguas repartidas como de fuego...
y fueron todos llenos del Espíritu Santo..." Hch 2:2-4. Veremos tal
poder si vemos tal orar. Si queremos ver el poder, Dios necesita ver las
oraciones. A menos que ores con fe pidiendo milagros, nunca verás ninguno.
Una de las dimensiones de la
oración es la de pedir. La otra es la dimensión de dar gracias. Necesitamos
darle gracias a Dios por el que Él hace: gracias por tu cuerpo, por tu familia,
por tus amigos, por tus posesiones, por tu país, por tus talentos y
habilidades, por Jesús muerto en la cruz por tus pecados. Necesitamos darle gracias
a Dios por dejarnos experimentar personalmente sus cualidades: amor, perdón,
paciencia, santidad, sabiduría, poder, salud y vida, fidelidad, eternidad,
verdad, bondad, justicia. Toda nuestra vida está designada para servir de una
expresión de "Gracias " a Dios.
miércoles, 25 de enero de 2012
Devocional del Grupo de Hombres

En las reuniones de
hombres que se realizaron el año pasado, hemos reflexionado sobre diversos
temas entre los cuales estuvo el de la verdadera felicidad, que es el
gozo cristiano. Lo diferenciamos de la felicidad como concepto común, y del
placer, vinculado simplemente a los sentidos.
Quisiéramos
compartir algunas ideas que pueden ayudarnos en el camino, y también para
compartir con otros las bendiciones que tenemos como creyentes en Cristo.
Tres frases pueden
inspirarnos especialmente en la meditación: la primera ha sido utilizada como
instrumento de evangelización y expresa lo siguiente: "Felicidad empieza
con Fe". La segunda dice así: "La felicidad no es una estación hacia
la cual se viaja, es un modo de viajar". Y la tercera encierra el concepto
de que, con las limitaciones que podamos tener, "Cada uno es tan feliz
como quiere serlo".
Pensando en esta
última frase, podemos preguntarnos: ¿Queremos ser verdaderamente felices?
Si decimos que sí,
tendremos que reconocer que debemos tomar algunas decisiones: Si la persona aún
no ha aceptado a Cristo en su vida, debe hacerlo, y a partir de ese momento,
empezará a ser mucho más feliz.
Además, podemos
proponer otras decisiones que nos ayudarán a sentir una mayor felicidad. Como
ejemplos, podrían ser: a) pensar más en lo que tenemos y menos en lo que nos
falta; b) compararnos más con los que están peor que nosotros y menos con los
que están mejor; c) pensar especialmente en el futuro, pues si hemos confiado
en Cristo, lo mejor siempre está delante.
Podemos deleitarnos
pensando en lo que expresa San Pablo: "Y
el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis
en esperanza por el poder del Espíritu Santo" (Romanos 15:13).
martes, 24 de enero de 2012
martes, 17 de enero de 2012
viernes, 13 de enero de 2012
Devocional de la Escuela Domincal
“Por tanto, pondréis estas mis palabras
en vuestro corazón y en vuestra alma, y las ataréis como señal en vuestra mano,
y serán por frontales entre vuestros ojos.
Y las enseñaréis a vuestros hijos,
hablando de ellas cuando te sientes en tu casa, cuando andes por el camino,
cuando te acuestes y cuando te levantes, y las escribirás en los postes de tu
casa y en tus puertas.”
Deuteronomio 11:18-20
Dios estaba mandando a su pueblo
y yo siento que hoy a mí, que su Palabra esté en mi vida, en toda mi vida:
- Primero en mi corazón, centro de mis sentimientos, mis deseos, mis pasiones.
- En mi alma, es decir en mi pensamiento, mi entendimiento, mi voluntad.
- En mis manos, aquello que hago, que realizo, que agarro, que sostengo, que abrazo.
- Y frente a mis ojos, mi visión, mi guía.
Y si son su Palabra y su
Presencia, así de reales y tangibles en todo mi ser, naturalmente las
trasmitiré a mis hijos. Serán parte de lo cotidiano, de lo que hablemos en el
auto, en la mesa, estará presente en nuestras tarjetas de cumpleaños, en los
detalles de nuestro hogar, la música que escuchamos, en las actividades que
prioricemos, el manejo del dinero y del tiempo. Aún en nuestra ropa (remeras
con textos, símbolos o frases que muestren lo que creemos) en nuestros útiles y
elementos personales, nuestra agenda diaria con textos, nuestro almanaque,
nuestra billetera, nuestra TAZA también!!!
Me gusta pensar que esto es tanto
para cuando nos sentemos, descansemos tranquilos en casa o en vacaciones, como
para cuando andamos, cuando estamos trabajando, estudiando, comprando,
reparando cosas, haciendo tareas. Al terminar el día, acostándonos y al
comenzarlo, levantándonos.
Es mi oración que como papás,
como maestros, como adultos, vivamos poniendo a Dios en primer lugar, que
cumplamos esta orden de enseñar a nuestros pequeños su Palabra, con la
naturalidad y la fuerza del ejemplo, aún con nuestros errores y tropiezos; y
podamos disfrutar la promesa de largos días bendecidos con su presencia.
lunes, 9 de enero de 2012
domingo, 8 de enero de 2012
Devocional del Grupo de Matrimonios
“El que habita al abrigo del Altísimo, morará bajo la sombra del
Omnipotente.”
Salmos 91: 1
De todo corazón anhelamos que esta sea una
realidad en nuestras vidas y para toda nuestra familia siempre, y al comenzar
un nuevo año, en forma especial para el 2012.
Disfrutamos muchísimo el viajar, conocer
nuevos lugares, distintas costumbres, saborear otras comidas, o descansar y
vacacionar en los sitios que nos encantan. Pero como dice un antiguo y conocido
himno: “a todos yo prefiero, mi hogar, mi dulce hogar”.
¡Qué encanto particular, único, tiene el
estar en casa! ¿Quién no anhela ese precioso momento de “llegar a casa”, de
estar en su lugar, de “ponerse cómodo”, relajarse, sacarse el uniforme, los
zapatos, dejar los libros, la cartera, el portafolio, la netbook, los paquetes,
etc.? Es tan cotidiana, y a la vez especial, esa sensación de placer de soltar
las llaves y saberse “en casa”. Y puede haber colchones mejores que el nuestro,
pero ese es el que necesitamos, y lo mismo con la mesa, el sillón, la
intensidad de la luz, la heladera y sus provisiones, e imposible dejar de
mencionar el baño. Porque no interesan los lujos o las carencias, las
incomodidades o comodidades, el buen o mal gusto, el valor se lo da el hecho
que es ”nuestra habitación”, el lugar donde habitamos, el que sabemos nuestro
refugio, donde podemos reponernos para nuevamente enfrentar otro día y todos sus
afanes.
Por eso es que deseamos que nuestra
habitación, nuestro hogar, nuestra casa, sea al abrigo del Altísimo y que
nuestra morada (permanente, no de paso) esté bajo la sombra del Omnipotente.
Que estando en Dios, estemos en casa (tal cual lo expresa otra conocida
canción), cómodos, relajados, seguros, confiados, protegidos, libres de toda
carga y por sobre toda sensación, sabernos “AMADOS”.
Abrigo y sombra, que nos
da quien todo lo puede, Aquel que todo resuelve, quien transforma en bendición
todo lo que nos ocurre.
Por esto al comenzar un nuevo año,
renovamos nuestro compromiso, y con la ayuda de Dios decimos: ¡¡¡Yo y mi casa serviremos al Señor!!! Josué 24:15
martes, 3 de enero de 2012
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