viernes, 2 de diciembre de 2011

Devocional del Grupo de Hombres


¡HOMBRES GRANDES… PENSANDO EN NAVIDAD?
Muchos de nosotros, de niños, escribimos cartas a Papá Noel y nos entusiasmamos muchísimo con la Navidad porque nuestros padres y mejor aún nuestros abuelos se complacían en ponernos regalos en el arbolito y en vestir, para nosotros, el caluroso traje rojo con barba de algodón.

De jóvenes, les dimos buen trabajo a nuestros maestros de Escuela Dominical porque ya nos daba vergüenza participar en las obritas teatrales. Y cuando nacieron nuestros hijos, pensamos que, mejor se ocupen de esto las mujeres.

Ya somos hombres grandes y nadie nos va a enganchar con la fiesta de Navidad. ¡Nunca!... Excepto que nuestro nietito nos pregunte:

Abuelo, ¿vendrá Papá Noel y me traerá el regalo que le pedí?

¡Ah! Por complacer a ese angelito seríamos capaces hasta de largarnos por la chimenea. ¿No es verdad? Somos hombres grandes, curtidos, pero un niño nos derrite el corazón, nos tuerce la mano, nos cambia cualquier respuesta agria por una expresión de bondad.

¡Y el niño sale ganando! Pero nosotros también. Ya sabemos que la Navidad es la entrega amorosa de un Dios para sus criaturas. Y cuando nosotros nos conmovemos frente a los niños, nos parecemos a Dios, en ese sentimiento de amor y en esa recompensa de paz interior. ¿Vieron qué juntos suelen aparecer el amor y la paz? No sólo en el famosos himno (Noche de paz, noche de amor). Miren quién está con nosotros, según 2 Corintios 13.11. Con razón que Pablo aconseja así, en 2 Timoteo 2.22. ¡Cuánta gente pide un poco de paz! Muchos no saben que se consigue, cuando nos rendimos al amor.

Todavía falta para Navidad. Tengo tiempo de escribir mi carta:

Padre del cielo, para esta Navidad
te pido que me parezca más a vos,
y que este toque de amor y paz me dure todo el año.

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