sábado, 8 de octubre de 2011

Devocional de Escuela Dominical


ESCUELA DOMINICAL: PARTE DE LA IGLESIA
Salmos 8:4-5  “¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo de hombre, para que lo visites?. Le has hecho poco menor que los ángeles y lo coronaste de gloria y de honra.”

Proverbios 22:6 “Instruye al niño en su camino y aún cuando fuere viejo no se apartará de Él.”
Salmos 145:4 Generación a generación celebrará tus obras, y anunciará tus poderosos hechos.”

   Dándole una lectura rápida, no encontramos relación entre los textos, pero si pensamos, en que Dios amó tanto a su pueblo, que somos y formamos, cada uno de nosotros, y que nos ha dado a su hijo Jesucristo, vemos de qué manera Él nos ama.
   Muchas veces no nos valoramos como lo hace Dios. Nos preguntamos qué somos y quiénes somos. Él nos da una respuesta a través del Salmo 8 poniéndonos sobre toda la creación. Este es un pasaje que, como otros, me impacta porque nos habla de nuestra autoestima. En estos tiempos de tan poca valoración y tanta desvalorización de unos a otros, Dios nos llama a rescatar esos valores.
   Doy gracias a Dios ya que en esta congregación valoramos e integramos a todas las generaciones, desde los ancianos a los más pequeños, siendo esto un tesoro que nos enorgullece. También es un desafío poder conservarlo y transmitirlo a los que vendrán.
   Es una bendición instruir al niño desde pequeño, a través de todas sus etapas, desde que es un no lector hasta ya haber cumplido su etapa del secundario. Como maestra, es un gozo verlos pasar de clase y su continuo crecimiento, tanto físico como espiritual, formando parte de la vida de la iglesia hasta convertirse en hombres y mujeres que siguen al Señor.
   Muchas veces vemos troncado esto cuando por distintos motivos se alejan, sabiendo que lo que aprendieron no cayó en saco roto (Proverbios 22:6). Al encontrarnos por el camino de la vida, recuerdan su paso por la escuela dominical o la iglesia, esto nos da fuerza para seguir adelante, sabiendo que sembramos y nuestro Padre recogerá los frutos.
   Niños que hemos visto crecer ya están trabajando en la tarea, eso indica que otros continuarán esto que comenzó hace tanto tiempo. El deber de los mayores es orar por ellos y ayudarlos cuando ellos lo necesiten. 
   Recordar que la palabra de Dios es eterna, y su vigencia es permanente (Salmo 145:4) de generación en generación.
   La escuela dominical es parte del cuerpo, no pensando en el futuro solamente, sino en el presente,  que debemos acompañar y disfrutar.
   Dando gracias a Dios por los niños que tenemos, pedir por los que vendrán y pedir por las iglesias que no los tienen. Es como una escuela sin niños.
   ¡A SEGUIR TRABAJANDO, Y ORANDO POR ELLOS!

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