En las reuniones de
hombres que se realizaron el año pasado, hemos reflexionado sobre diversos
temas entre los cuales estuvo el de la verdadera felicidad, que es el
gozo cristiano. Lo diferenciamos de la felicidad como concepto común, y del
placer, vinculado simplemente a los sentidos.
Quisiéramos
compartir algunas ideas que pueden ayudarnos en el camino, y también para
compartir con otros las bendiciones que tenemos como creyentes en Cristo.
Tres frases pueden
inspirarnos especialmente en la meditación: la primera ha sido utilizada como
instrumento de evangelización y expresa lo siguiente: "Felicidad empieza
con Fe". La segunda dice así: "La felicidad no es una estación hacia
la cual se viaja, es un modo de viajar". Y la tercera encierra el concepto
de que, con las limitaciones que podamos tener, "Cada uno es tan feliz
como quiere serlo".
Pensando en esta
última frase, podemos preguntarnos: ¿Queremos ser verdaderamente felices?
Si decimos que sí,
tendremos que reconocer que debemos tomar algunas decisiones: Si la persona aún
no ha aceptado a Cristo en su vida, debe hacerlo, y a partir de ese momento,
empezará a ser mucho más feliz.
Además, podemos
proponer otras decisiones que nos ayudarán a sentir una mayor felicidad. Como
ejemplos, podrían ser: a) pensar más en lo que tenemos y menos en lo que nos
falta; b) compararnos más con los que están peor que nosotros y menos con los
que están mejor; c) pensar especialmente en el futuro, pues si hemos confiado
en Cristo, lo mejor siempre está delante.
Podemos deleitarnos
pensando en lo que expresa San Pablo: "Y
el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis
en esperanza por el poder del Espíritu Santo" (Romanos 15:13).
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