martes, 27 de agosto de 2013

Atentos al camino

   Avancemos siempre confiados en la dirección que el Señor está señalando.

   Pasaje bíblico: Marcos 5:1-20

   Nuestro deseo es acercarnos más a la persona de Cristo, con el objetivo de que esa cercanía produzca en nosotros una cada vez mayor transformación.

   Lo invito a que haga suya esta oración: «Señor, deseo que continúes cada día trabajando en mí. Sé que es fundamental mi relación contigo para que se produzca esa transformación. Te pido que me libres de la rutina y el acostumbramiento que tan fácilmente duermen los sentidos espirituales. Gracias por perseverar en la búsqueda de una relación significativa conmigo. Amén.» Habiendo dispuesto Cristo su vida para hacer la obra que fue puesta delante de él, las oportunidades aparecían solas. El relato del evangelio nos dice que Jesús y los discípulos «vinieron al otro lado del mar, a la región de los gadarenos. Cuando salió él de la barca, en seguida vino a su encuentro, de los sepulcros, un hombre con un espíritu impuro». 

   Es interesante observar que el hombre con el espíritu inmundo vino hacia el Señor ni bien apoyaron los pies sobre la playa. Aun de lejos es probable que esta persona profundamente atormentada haya percibido en el Hijo de Dios una actitud espiritual que no había encontrado entre los pobladores de la zona. El hecho es que Jesús no tenía que salir a buscar oportunidades para ministrar, sino que se le presentaban solas. Aquellos que están caminando en intimidad con Dios, y le dan a él la oportunidad de ser parte de su vida, podrán comprobar cómo las oportunidades de ministerio comienzan a aparecer por doquier, pues la gente percibirá en ellos una disposición de atender sus necesidades.

   El ministerio de socorrer a los necesitados no es parte de un programa sino el resultado de un estilo de vida. De modo que el encuentro de Jesús con el endemoniado de Gadara no es más que el cumplimiento de la verdad que proclamó en una sinagoga de Nazaret cuando inició su ministerio. El Padre lo ungió, precisamente, para atender a los pobres, los huérfanos, los ciegos y los oprimidos. Habiendo dispuesto Cristo su vida para hacer la obra que fue puesta delante de él, las oportunidades aparecían solas.

   Este punto es importante para nosotros. La movilización de la iglesia no requiere de sofisticadas estrategias para alcanzar a los inconversos. Más bien necesita de hombres y mujeres que estén atentos a las oportunidades que el Espíritu les revela en su diario andar. Cuando se perciben estas situaciones no hace falta más que avanzar confiados en la dirección que el Señor está señalando.

(Autor: Christopher Shaw, publicado en www.desarrollocristiano.com)

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