sábado, 19 de enero de 2013

Devocional


Intimidad

   El Señor nos invita a momentos de intensa y prolongada comunión que son indispensables para nuestro crecimiento espiritual.

Versículo: Mateo 6:1-18

   Jesús descarta toda forma de oración que tiene como objetivo impresionar, ya sea que esté dirigida hacia los demás, hacia la persona de Dios o hacia uno mismo, como en el caso del fariseo en Lucas 18.11.
   En dos cortas frases describe otra clase de oración, radicalmente diferente a esta, que es más sencilla y genuina. No obstante, la sencillez de la misma no disminuye la profundidad ni la intensidad de la experiencia que identifica.
   Lo invito a meditar, por un instante, en las brevísimas instrucciones que comparte: «Pero tú, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará en público.»Jesús nos enseña que la experiencia de oración se refiriere a algo más que repetir frases delante de Dios. En primer lugar, notamos que Cristo animaba a buscar un lugar apartado del bullicio de la vida cotidiana. Esto no es porque resulte difícil orar en público sino porque los que tenemos poca disciplina en la oración nos distraemos con tanta facilidad. Jesús mismo, según el testimonio de los evangelios, no teniendo acceso a un cuarto interior propio «con frecuencia se apartaba a lugares solitarios para orar» (Lc 5.16). La idea es que el entorno favorezca el momento de comunión con el Padre.
   En segundo lugar, es interesante notar que Jesús no solamente indicó que debíamos entrar al cuarto interior, sino que debíamos también cerrar la puerta. Si usted piensa en los momentos de su propia vida cuando entra un cuarto y cierra la puerta, la lección que quiso enseñar quedará claramente expuesta. No solemos cerrar la puerta de una habitación cuando tenemos la intención de salir de ella instantes más tarde. Más bien cerramos la puerta cuando deseamos permanecer allí por un tiempo y no queremos que se nos interrumpa.
   La acción de cerrar la puerta indica para nosotros que la oración no puede ser algo realizado «con apuro». Sin duda podemos orar en cualquier momento, usando frases cortas de adoración, gratitud y petición, del mismo modo que en un matrimonio podemos pronunciar palabras de cariño y amor a lo largo de todo el día. Estos pequeños regalos, sin embargo, no pueden suplantar los momentos de intensa y prolongada comunión que son indispensables para que la relación crezca.
   Jesús también animaba a que buscáramos a Dios, que está en lo secreto. Esto no indica que Dios es difícil de encontrar, pues él se deleita en mostrase a los hombres. Más bien revela que el crecer en intimidad con el Señor es algo que solamente es concedido a aquellos que tienen un compromiso serio con él.«Me hallaréis cuando me busquéis de todo corazón» declara el profeta Jeremías (29.13). A aquellos que desean guardar sus mandamientos, viviendo una vida de santidad, Jesús promete «y el que me ama será amado por mi Padre, y yo lo amaré y me manifestaré a él» (Jn 14.21). De esta manera el Maestro indicaba que la experiencia de oración se refería a algo más que repetir frases delante de Dios.
(www.desarrollocristiano.com)

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