(Extraído del taller dado por Gabriela Block)
Génesis: 1:1-2“En el
principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y
vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios
se movía sobre la faz de las aguas”.
En un principio así
estaba la tierra, confusa, desolada, estéril.
A veces, hay áreas de nuestro
corazón, de nuestros sentimientos, de nuestros vínculos que están así; y el
Espíritu de Dios se está moviendo para generar vida, sanarnos interiormente,
ordenando…
Y en ese Edén que
Dios creó, también puso a Eva: prototipo de belleza, de ternura, de compasión,
y todo iba bien hasta que se produjo la caída en el pecado, donde Eva fue
parte.
¿Cómo se habrá sentido
Eva, pensando que había arruinado todo? Pero cuando tuvo a Caín, creyó que
había encontrado la salvación de su vida, y más aún cuando nació su segundo
hijo, Abel.
Pero todos sabemos la historia del Génesis. Ocurrió la tragedia, y ella
¿cómo pudo sentirse? Frustrada por haber concebido a un asesino y perdido a su
amado hijo.
En todo nuestro paso por la vida, tenemos situaciones de tipo Caín:
malas relaciones, enojos, duelos, amarguras, resentimientos…También hemos
perdido cosas en ese camino: no solo seres queridos. Hemos perdido juventud,
trabajos, cosas materiales, sueños…
Para poder seguir hay que DEJAR
IR EL PASADO! , ponerle un cierre. El consuelo viene de Dios, cuando
tomamos esa decisión.
¡Hay que enterrar a Abel! ¡Decirle adiós a Caín! Es importante tratar
con tus pérdidas y desilusiones para
recibir la bendición que Él quiere darte. Hay que dejar el pasado, soltar el
ayer y aceptar el presente.
No se abre el corazón para una nueva situación si no se deja ir el
pasado. En todas las áreas, hay que sacar lo viejo para dejar entrar lo nuevo.
Solemos guardar cosas significativas del ayer, pero no podemos guardar el
dolor, es necesario proyectarse al futuro y dejarnos consolar para poder
avanzar.
Dios tiene un motivo para que vivas, algo para que hagas, algo para que
digas, puede que:
_ perdiste tu Edén
_
enterraste a Abel
_
perdiste a Caín… pero Dios tiene algo para ti…
¡NO ESTÁS MUERTA!, entonces ¡VIVE!!! VIVE!!!
Pensemos cómo se sentía Eva cuando pasó todo esto, se culpaba, quizás
sentía el reproche del esposo, podría ya no querer seguir. Como nos puede pasar
a nosotras; pero si estamos vivas: hay que vivir.
Si Eva hubiera escuchado al enemigo y creído sus mentiras (estás
cayendo, tu vida va de un fracaso a otro, todo te sale mal, sos una frustrada)
¿En qué habría terminado?
Dios sabía que Eva era responsable del deterioro humano, y aún así tiene
un proyecto para ella. ¡Otro bebé! Así nació Set y él tuvo un hijo: Enós y a
partir de esa descendencia se empezó a invocar a Dios y ¡Eva vivió para verlo!
Eva vio cómo sus descendientes honraron al Dios del cielo.
Jesús nos dice como al paralítico: Levántate
y anda. Es decir, tomen su historia y póngase a caminar. Lloren si tienen
que llorar, pero sigan adelante. No se queden en el fracaso, hagan algo con
ello. No le vivan, ni le actúen la vida al enemigo, vivan y actúen la palabra
de Dios.
Hay que declarar la palabra de Dios, leer lo que edifica para que cuando
venga el dolor, tengamos herramientas.
Del Salmo 27:13: Si no creyere en Dios, hubiera ya desmayado; pero yo sé
que veré el bien.
Hay que ser valiente, creer, confiar. La mujer es la puerta a la vida.
Debemos aceptar nuestra responsabilidad; hay muchas cosas que no podemos
controlar, pero tenemos actitudes para hacernos cargo de nuestra vida. Y
pasemos por lo que pasemos, Dios sana nuestras heridas. La amargura y el no
perdonarnos se asientan en lo profundo de nuestro corazón; son “cadenas” que
nos mantienen cautivas a las heridas. Pidámosle a Jesús que nos sane, aceptemos
su tierno amor ¡hay esperanzas!
Dios tiene una agenda, una semilla para cada una de nosotras, que
tenemos que hacer crecer y ser de bendición. En el calendario de Dios está tu
nombre. Tienes una tarea para concluir.
El Señor resucitado fue delante de los caminantes de Emaús. El Señor va
delante nuestro. No sabemos qué nos depara el 2012, pero Jesús va delante
guiando nuestro camino.
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