Y es porque muchos tenemos nuestras vacaciones, o porque las altas
temperaturas nos obligan a cambiar la rutina de siempre.
Y la palabra vacaciones, tiene su raíz etimológica en el latín vacare que significa: estar vacíos,
estar libres.
Es maravilloso tener “tiempo libre”, “estar libres de obligaciones”,
gozar de “la libertad” de elegir qué hacer, o también por momentos no hacer
nada.
Y como es una etapa de más tranquilidad, donde la mente se despeja, se
libera de pensamientos que involucran trabajos, horarios y obligaciones,
podemos aprovecharla para agregar más bendición a nuestras vidas.
Dentro de nuestros espacios libres, podemos incorporar más momentos de
intimidad con nuestro Dios.
Desde la mañana, podemos dedicar
un tiempo de oración, dando gracias. Hacernos el hábito de agradecer al
Señor todos los días, nos permite mantener un corazón positivo, atento para
descubrir lo bueno y lo bello que nos rodea y así no nos detenemos tanto en lo
malo o desagradable. También podemos seguir, intercediendo por aquellos que
sabemos que tienen necesidades físicas, materiales o espirituales; pedir por
nuestros seres queridos, que el Señor los bendiga y proteja; y también
presentarle al Señor, aquello que nosotros necesitemos o nos preocupa. Es una
hermosa forma de comenzar el día, agradeciendo, porque es una manera de ver y
valorar el amor de Dios en todo lo que nos da; y también el poner nuestras
cargas en las manos de Dios, es algo que nos hace descansar y aumenta nuestra confianza
en su poder, para empezar el día con más esperanzas.
Sabemos que con Dios tarde o temprano todo termina bien.
Y como podemos disponer de más tiempo, lo ocupamos en leer un trozo de
Su Palabra, la hojita del día del Aposento Alto, o alguna de las meditaciones
diarias, que siempre agregan fortaleza, consuelo, paz, y nos enseñan a
dejar nuestra vida en sus manos para que
el día transcurra como sea mejor para nosotros.
Esa comunicación
diaria con Dios, nos irá aumentando la fe, el gozo, nos nutrirá espiritualmente
de tal forma, que cuando nos reencontremos, tendremos la satisfacción de saber,
que hemos aprovechado nuestro receso, nuestro “tiempo libre”, y tendremos todas
las energías y la vitalidad necesaria para encarar nuestro trabajo para el Señor
como hijas fieles y deseosas de cumplir con la misión que Él nos tiene
preparada. Que así sea.
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