domingo, 5 de febrero de 2012

Devocional del Grupo de Mujeres

   Estamos transitando el receso de nuestras reuniones del Grupo de Mujeres. Es un habitual receso de verano, un tiempo en el que no nos encontramos semanalmente como en el resto del año; que en general, todos cambiamos parte de las actividades que siempre realizamos.
   Y es porque muchos tenemos nuestras vacaciones, o porque las altas temperaturas nos obligan a cambiar la rutina de siempre.
   Y la palabra vacaciones, tiene su raíz etimológica en el latín vacare que significa: estar vacíos, estar libres.
   Es maravilloso tener “tiempo libre”, “estar libres de obligaciones”, gozar de “la libertad” de elegir qué hacer, o también por momentos no hacer nada.
   Y como es una etapa de más tranquilidad, donde la mente se despeja, se libera de pensamientos que involucran trabajos, horarios y obligaciones, podemos aprovecharla para agregar más bendición a nuestras vidas.
   Dentro de nuestros espacios libres, podemos incorporar más momentos de intimidad con nuestro Dios. 
   Desde la mañana, podemos dedicar  un tiempo de oración, dando gracias. Hacernos el hábito de agradecer al Señor todos los días, nos permite mantener un corazón positivo, atento para descubrir lo bueno y lo bello que nos rodea y así no nos detenemos tanto en lo malo o desagradable. También podemos seguir, intercediendo por aquellos que sabemos que tienen necesidades físicas, materiales o espirituales; pedir por nuestros seres queridos, que el Señor los bendiga y proteja; y también presentarle al Señor, aquello que nosotros necesitemos o nos preocupa. Es una hermosa forma de comenzar el día, agradeciendo, porque es una manera de ver y valorar el amor de Dios en todo lo que nos da; y también el poner nuestras cargas en las manos de Dios, es algo que nos hace descansar y aumenta nuestra confianza en su poder, para empezar el día con más esperanzas.
   Sabemos que con Dios tarde o temprano todo termina bien.
   Y como podemos disponer de más tiempo, lo ocupamos en leer un trozo de Su Palabra, la hojita del día del Aposento Alto, o alguna de las meditaciones diarias, que siempre agregan fortaleza, consuelo, paz, y nos enseñan a dejar  nuestra vida en sus manos para que el día transcurra como sea mejor para nosotros.
   Esa comunicación diaria con Dios, nos irá aumentando la fe, el gozo, nos nutrirá espiritualmente de tal forma, que cuando nos reencontremos, tendremos la satisfacción de saber, que hemos aprovechado nuestro receso, nuestro “tiempo libre”, y tendremos todas las energías y la vitalidad necesaria para encarar nuestro trabajo para el Señor como hijas fieles y deseosas de cumplir con la misión que Él nos tiene preparada. Que así sea.

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