viernes, 13 de enero de 2012

Devocional de la Escuela Domincal

        “Por tanto, pondréis estas mis palabras en vuestro corazón y en vuestra alma, y las ataréis como señal en vuestra mano, y serán por frontales entre vuestros ojos.
        Y las enseñaréis a vuestros hijos, hablando de ellas cuando te sientes en tu casa, cuando andes por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes, y las escribirás en los postes de tu casa y en tus puertas.”
Deuteronomio 11:18-20

Dios estaba mandando a su pueblo y yo siento que hoy a mí, que su Palabra esté en mi vida, en toda mi vida:
  • Primero en mi corazón, centro de mis sentimientos, mis deseos, mis pasiones.
  • En mi alma, es decir en mi pensamiento, mi entendimiento, mi voluntad.
  • En mis manos, aquello que hago, que realizo, que agarro, que sostengo, que abrazo.
  • Y frente a mis ojos, mi visión, mi guía.

Y si son su Palabra y su Presencia, así de reales y tangibles en todo mi ser, naturalmente las trasmitiré a mis hijos. Serán parte de lo cotidiano, de lo que hablemos en el auto, en la mesa, estará presente en nuestras tarjetas de cumpleaños, en los detalles de nuestro hogar, la música que escuchamos, en las actividades que prioricemos, el manejo del dinero y del tiempo. Aún en nuestra ropa (remeras con textos, símbolos o frases que muestren lo que creemos) en nuestros útiles y elementos personales, nuestra agenda diaria con textos, nuestro almanaque, nuestra billetera, nuestra TAZA también!!!

Me gusta pensar que esto es tanto para cuando nos sentemos, descansemos tranquilos en casa o en vacaciones, como para cuando andamos, cuando estamos trabajando, estudiando, comprando, reparando cosas, haciendo tareas. Al terminar el día, acostándonos y al comenzarlo, levantándonos.

Es mi oración que como papás, como maestros, como adultos, vivamos poniendo a Dios en primer lugar, que cumplamos esta orden de enseñar a nuestros pequeños su Palabra, con la naturalidad y la fuerza del ejemplo, aún con nuestros errores y tropiezos; y podamos disfrutar la promesa de largos días bendecidos con su presencia.

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