DESDE OTRO ÁNGULO
Con la
llegada de la Navidad
recordamos la venida al mundo del Niño. Hacemos memoria de su concepción
virginal y de su nacimiento pobre, siendo el Rey de todos los reyes de la
tierra.
Hoy les
propongo otra mirada a la
Navidad , desde otro ángulo. Como mujeres, mirarla desde la
mujer. Mirarla desde María.
María era
una joven virgen que aceptó el juicio de José por cargar un hijo de soltera, porque entendió que su tarea
lo justificaba. Dios compensó este dolor hablándole a José para que la
comprendiera. (Mateo 1:18-21).
María
estaba en estado de embarazo casi a término cuando emprendió el viaje a Belén
para empadronarse con José. (Lucas 2:1-5).
Ella no
viajó en auto con aire acondicionado. No viajó en un micro con asiento
reclinable. No tomó un avión. Seguramente lo hizo montada en un burro o una
mula. Los caminos no eran asfaltados. Ni siquiera mejorados. El tránsito era
lento y la disponibilidad de agua y alimentos no estaba a la vuelta de la
esquina.
Imagino a
María con dolor de espalda y de cintura, típicos el embarazo.
Imagino a
María con los pies hinchados por la retención de líquido producto de la
posición incómoda.
Imagino a
María con las molestias comunes, pero no por ello menos mortificantes, de los
embarazos muy avanzados.
Imagino a
María llegando a Belén y sintiendo el comienzo de las contracciones de parto.
Sólo dos versículos leemos en Lucas sobre este acontecimiento: el seis y el
siete del capítulo dos, a modo de resumen para el acto sublime de dar tanta
Vida. Sin embargo… ¡Quién sabe cuánto tiempo le llevó ese parto!
Y como
broche de oro para el viaje, ¡tuvo al Hijo tendida sobre la paja de un pesebre!
Otra vez imagino el olor de los animales impregnando el lugar. No hubo una cama
para hacer un poco más amable el tradicional: “Con dolor darás a luz los
hijos”, de Génesis
3:16.
¿Quién
habrá recibido al Niño? ¿Acaso José? ¿Habrá habido alguien más que enjugara el
sudor de la frente de María entre pujo y pujo? ¿Alguien le habrá acercado una
palabra de aliento y de fuerza? ¿Quién habrá cortado el cordón umbilical?
Ella
respetó a Jesús, lo aceptó como era. Si leemos Lucas 2:48, incluso en el
reclamo, la pregunta que le hace es: “Hijo, ¿por qué nos has hecho así?”.
(Le propone un cambio de actitud o de conducta, no un cambio de personalidad,
en cuyo caso la pregunta hubiera sido: "Hijo, ¿por qué eres así?")
En vida nos
legó su ejemplo. Ahora, junto con todos los que ya partieron espera que Jesús
regrese para juzgarnos.
Como mujeres,
compartimos con ella la generosidad del cuerpo femenino en cobijar, alimentar,
sostener al ser humano en su desarrollo intrauterino.
¡Seamos
mujeres dadoras, como lo fue María! Seamos mujeres sujetas a la voluntad de
Dios, diciendo como una vez ella dijo: “He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo
conforme a tu palabra”.
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