ESCUELA DOMINICAL: PARTE DE LA IGLESIA
Salmos 8:4-5 “¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo de hombre, para que lo visites?. Le has hecho poco menor que los ángeles y lo coronaste de gloria y de honra.”
Salmos 8:4-5 “¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo de hombre, para que lo visites?. Le has hecho poco menor que los ángeles y lo coronaste de gloria y de honra.”
Proverbios 22:6 “Instruye al niño en su camino y aún cuando
fuere viejo no se apartará de Él.”
Salmos 145:4 “Generación a
generación celebrará tus obras, y anunciará tus poderosos hechos.”
Dándole una lectura rápida, no
encontramos relación entre los textos, pero si pensamos, en que Dios amó
tanto a su pueblo, que somos y formamos, cada uno de nosotros, y que nos ha
dado a su hijo Jesucristo, vemos de qué manera Él nos ama.
Muchas veces no nos valoramos como lo hace
Dios. Nos preguntamos qué somos y quiénes somos. Él nos da una respuesta a
través del Salmo 8 poniéndonos sobre toda la creación. Este es
un pasaje que, como otros, me impacta porque nos habla de nuestra
autoestima. En estos tiempos de tan poca valoración y tanta desvalorización de
unos a otros, Dios nos llama a rescatar esos valores.
Doy gracias a Dios ya que en esta
congregación valoramos e integramos a todas las generaciones, desde los
ancianos a los más pequeños, siendo esto un tesoro que nos enorgullece.
También es un desafío poder conservarlo y transmitirlo a los
que vendrán.
Es una bendición instruir al niño desde
pequeño, a través de todas sus etapas, desde que es un no lector hasta ya haber
cumplido su etapa del secundario. Como maestra, es un gozo verlos pasar de
clase y su continuo crecimiento, tanto físico como espiritual,
formando parte de la vida de la iglesia hasta convertirse en hombres y mujeres
que siguen al Señor.
Muchas veces vemos troncado esto cuando por
distintos motivos se alejan, sabiendo que lo que aprendieron no cayó en saco
roto (Proverbios 22:6). Al encontrarnos por el camino de la vida, recuerdan su
paso por la escuela dominical o la iglesia, esto nos da fuerza para seguir
adelante, sabiendo que sembramos y nuestro Padre recogerá los frutos.
Niños que hemos visto crecer
ya están trabajando en la tarea, eso indica que otros continuarán
esto que comenzó hace tanto tiempo. El deber de los mayores es orar por ellos y
ayudarlos cuando ellos lo necesiten.
Recordar que la palabra de Dios es eterna, y
su vigencia es permanente (Salmo 145:4)
de generación en generación.
La escuela dominical es parte del cuerpo, no
pensando en el futuro solamente, sino en el presente, que debemos acompañar y disfrutar.
Dando gracias a Dios por los niños que
tenemos, pedir por los que vendrán y pedir por
las iglesias que no los tienen. Es como una escuela sin niños.
¡A
SEGUIR TRABAJANDO, Y ORANDO POR ELLOS!
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