MÁS QUE
CAMPEONES
Imaginate
que sos un atleta o deportista que está a punto de entrar a jugar un partido
con el rival más agresivo y malo que existe, del cual jamás un equipo ha
quedado vivo. O que estás por correr la
carrera más mortal y terrible en el desierto. O que sos un gladiador y estás
entrando al gigante estadio del Coliseo para jugar el precio de nada menos que
tu vida. Y justo cuando te estás
mentalizando, tomando coraje, respirando muy profundo para entrar, y das el
primer paso, el brazo de un guardia te detiene sorpresivamente. Le han dado una
noticia de último momento. Vos no podés entender qué sucede y esperás recibir
explicaciones mientras que, por dentro, respirás con alivio ya que tenés unos
minutos más de vida. Este señor tiene información nueva que lo deja perplejo por un instante y
luego se vuelve a vos y te dice:
-Te podés ir, ya no tenés que hacerlo…
- Vos le preguntás: - ¿Por qué? ¿Qué pasó? –Y él te responde: - Alguien pagó por vos, te salvó… -. Vos ni
prestás atención al nombre de tu salvador, sólo escuchás que te podés ir y
seguís vivo!!! Sólo pensás que fue tu día de suerte…
Esto
que acabamos de imaginar y representar es algo que literalmente pasó… Nosotros
estábamos condenados a jugar ese partido mortal, a correr esa carrera infernal
en el desierto, o a pelear en el Coliseo, y a terminar nuestras vidas con la
muerte eterna. Pero justo cuando íbamos a participar de ese juego o partido
mortal, alguien nos frenó, ése fue Dios. Él nos dijo que ya había pagado
nuestra deuda, que ya éramos libres del pecado y todo había sido gracias al
sacrificio de Su hijo Jesús. Muchas veces nos olvidamos de este sacrificio
enorme y muestra de amor insuperable, y continuamos con nuestras vidas
ignorando que Dios nos hizo campeones, triunfantes sobre el pecado y sobre
cualquier problema o situación difícil.
No nos rindamos a la esclavitud del
pecado, al desánimo, a la
autosuficiencia, a la depresión, al enojo, a la mentira, a la envidia, etc., a
los “golpes” que puedan darnos, ya que eso quiere el enemigo. En lugar de eso,
entreguemos nuestras vidas a Dios, ya que Él nos dio la victoria ese día con
Jesús y quiere hacernos campeones todos los días de nuestra vida.
Oremos para ser verdaderos campeones en
el Señor y poder también ayudar a otros a serlo cada día.
“Antes, en todas estas cosas somos más
que vencedores por medio de aquel que nos amó”. Romanos 8:37”
2 comentarios:
seria muy lindo saber el nombre de los autores de cada devocional... para felicitalos
El devocional es hermoso!! Bendiciones a todos!! :)
Publicar un comentario