viernes, 30 de septiembre de 2011

Devocional del Grupo de Matrimonios

El menor de nuestros hijos aprendió a andar en bicicleta sin rueditas, todo un acontecimiento familiar, que implica dolor de cintura para los padres, algún que otro raspón en la rodilla y el envión decisivo de sus hermanas, que nos permite disfrutar a todos del triunfo sencillo y placentero del equilibrio.

Siempre es bueno pensar en lo que Dios es,  para tomar ejemplo y aplicarlo en nuestra vida cotidiana, y pensar que Dios es “experto” en poner las cosas en equilibrio, aún en el movimiento. Ejemplo de esto tenemos en nuestro planeta que, aunque gira en derredor del sol y también sobre su propio eje, nosotros, tripulantes permanentes, ni cuenta que nos damos. Constantemente en nuestra vida matrimonial nos suceden distintas y tantas cosas, todas al mismo tiempo. Tenemos que tomar decisiones, correr para cumplir con nuestras propias actividades y con las del resto de la familia, con la sensación de que no llegamos a terminar con alguna cuestión que ya tenemos varias más para continuar. Es decir, estamos en: MOVIMIENTO CONTINUO. Qué importante es mantener el equilibrio entre los esposos para que las cosas que vivimos continuamente y las que seguramente van a venir, las podamos afrontar juntos, seguros y confiados.
 Según la física, para que haya un buen equilibrio, un cuerpo debe estar diseñado alrededor de su centro de gravedad. La única manera de que entre los esposos exista un equilibrio, es si dejamos que “el Señor del equilibrio” esté en el centro de nuestro matrimonio, es decir podamos acudir a Él en todo momento, buscando fuerzas en los momentos difíciles, dirección ante las decisiones que tenemos que tomar, sabiduría para acompañarnos y entendernos. En definitiva, buscarle en nuestro movimiento continuo.
Podríamos imaginarnos que avanzamos en la vida como si estuviéramos andando en una bicicleta tándem, donde los dos debemos hacer fuerza juntos en la subida, descansar en las bajadas, mantener firme la dirección del manubrio, pero siempre, siempre, estando en Cristo para que se dé el equilibrio y, a la vez, conscientes de que el equilibrio se consigue ANDANDO.

Colosenses 1: 16-17 “Todo fue creado por medio de Él y para Él.
Cristo existe antes que todas las cosas y por Él se mantiene todo en orden”

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